No viniste aquí para encajar.

Viniste para destacar.

Y no por arrogancia ni por ego, sino porque el mundo ya tiene suficiente gente fingiendo ser lo que no es.

Mientras unos repiten fórmulas, tú puedes crear algo que nunca antes se ha visto.

Mientras otros buscan encajar en lo establecido, tú puedes romper moldes sin pedir permiso.

Porque no hay nadie con tu historia, con tus caídas, con tu manera tan concreta de ver las cosas.

Y ahí está la oportunidad.

En un mercado saturado de ruido, lo único que corta como un cuchillo es la verdad.

La autenticidad.

Lo que no se puede copiar.

Quizá no lo veas ahora.

Quizá te cuesta ponerle palabras, o te da miedo parecer raro, demasiado distinto.

Pero esa sensación incómoda no es señal de error.

Es señal de que vas por el buen camino.

Los proyectos más memorables, los negocios más sólidos, las marcas más queridas… no nacieron de querer agradar a todos.

Nacieron de gente que se hartó de esconderse y apostó por lo que realmente pensaba.

Tu punto de vista vale.

Tu manera de hacer las cosas puede cambiar las reglas.

Tu forma de pensar, aunque choque con lo que “se supone”, puede ser justo lo que otra persona está buscando.

Así que no lo diluyas.

No lo edites.

No lo mates.

Porque si tú no haces lo que solo tú puedes hacer… entonces, ¿quién lo hará?

Japi dei.