¿Cómo tomamos decisiones morales?

De esas que son difíciles. Que parece que no tienen una respuesta correcta.

Leí lo del dilema de Heinz.

Resumiendo:

La mujer de Heinz está muy enferma.

Existe un medicamento que puede salvarla, pero cuesta un dineral.

Heinz intenta pagarlo. Pide ayuda. Ruega.

Pero no le da.

Entonces entiende que tiene 3 opciones.

La primera es robar la medicina y no aceptar el castigo.

La segunda es no robar, porque es ilegal.

Y finalmente la tercera es robar… y entregarse a la justicia.

Cada opción revela tu nivel moral.

Esto aplica también a tu trabajo como organizador de eventos y bodas.

Porque cada semana te enfrentas a dilemas parecidos.

¿Dices que sí al cliente que te regatea porque “algo es algo”?

¿Aceptas condiciones absurdas solo para no perder la fecha?

¿O mantienes tu precio, tu calidad y tu dignidad… aunque eso te cueste una venta?

Esto no va solo de marketing.

Va de identidad.

De saber quién eres y cuánto vale tu trabajo.

Muchos profesionales de eventos están muriendo por no “robar”.

Por no romper la norma que les enseñaron: “mejor tener algo, aunque sea poco”.

Pero ese pensamiento te deja seco.

Sin margen.

Sin energía.

Sin respeto.

Si tú no te valoras, nadie lo va a hacer por ti.

Así que la próxima vez que tengas que decidir…

¿Vas a morir por no robar?

¿O vas a robar lo que ya es tuyo por derecho: tu valor?

Tú eliges.

 

Y japi Dei, claro.