No, no es que vayamos a convertir este blog en una zona de críticas de cine.

No es eso.

Es que no consigo quitarme de la cabeza los últimos minutos de esta película.

Si no la has visto y la quieres ver no sigas leyendo

Que no sigas.

Mira que te estoy viendo.

Tú mismo.

Joaquin Phoenix, en una actuación que representa un reto porque no sabes cuál va a ser su siguiente paso, decide, bueno él no, los guionistas, que al final tiene que reconocer que es culpable.

Te explican que abusaron de él. Que no está bien mentalmente.

Que siguen abusando de él.

Una y otra vez.

Y en vez de quejarse. En vez de denunciar a aquellos que se aprovechan.

Va, y se arrepiente. Se auto declara culpable.

Cuando ya pensamos que va a librarse por enajenación mental, que se iba a llevar a la chica y salir libre, va y dice que era consciente de lo que hacía.

Todo le sale mal.

Salvo cuando deja salir al Joker. A su otro yo.

Todos tenemos otro yo que no dejamos salir.

Que no queremos que salga.

O que sí queremos pero no nos atrevemos.

Es como cuando tu negocio va directo al abismo y no te das cuenta

Quieres ser otra persona, no quieres ver la realidad tal y como realmente es.

Sigues haciendo lo mismo.

Te has vuelto loco.